sábado, 6 de septiembre de 2008

Regreso con gloria (¿?)

Estuve ausente un tiempito (bah, un tiempazo) pero debido a una excelente razón: ¡volé!. Sí, como seguro sabrán anduve visitando las Europas, más precisamente nuestra Madre Patria. De Europa siempre había sido una de las últimas en mi lista para visitar. Solamente una razón fortuita me llevó hacia allá: una amiga especialmente querida está viviendo allí desde hace un año. Así que junté coraje, armé las valijas y emprendí vuelo con rumbo a Madrid. Puedo dar fe que vale la pena visitar, tanto Madrid como el resto de España.


Los próximos posteos girarán en torno a las impresiones que recogí a lo largo del viaje. Espero transmitir al menos una partecita de las sensaciones de experimenté en esta aventura...


Así que ... ¡¡¡Bienvenidos a bordo!!!




Madrid



Se dice que MADRID es parecida a Buenos Aires. Y lo cierto es que es posible hallar algunas similitudes. Al parecer ambas crecieron exponencialmente a fines del siglo XIX y, por lo tanto, numerosas edificaciones fueron construidas para mostrar al mundo su progreso y prosperidad.

Sin embargo, para hacer justicia a ambas hay sensibles diferencias. Para empezar, Madrid se levanta sobre una meseta, eso hace un paisaje mucho más rico, con lomadas y pequeñas pendientes muy bien aprovechadas por los paisajistas que diseñaron los parques y dando un toque especial al lugar (en particular al turista argentino que lleva la llanura interiorizada y asume que todas las capitales son así: planas). El orden y limpieza omnipresentes en Madrid, el "metro" y su extraordinariamente densa red y por supuesto, su realeza.

Sembrada de muy bien conservados edificios de angostas ventanas donde no faltan hermosas flores. Callecitas angostas y sin cordones la atraviesan en todas direcciones, zigzagueantes, suelen morir en alguna típica plaza sin árboles, pero con barcitos y cafés que se pueblan de alborotados madrileños a la salida del trabajo. Enormes parques, cada uno con algún tesoro por descubrir: sea un templo egipcio, un palacio de cristal o cascadas que ofrecen alivio en el seco calor del verano de Madrid.

El paseo del Prado, imponente se yergue en el corazón de la ciudad y asoma entre añejos árboles. Allí también, majestuosa, la Real Academia de la lengua española.